Expectativa vs. Realidad
Viviendo la realidad
de la expectativa.
Es
una semana cualquiera en una escuela cualquiera. Sin embargo, es un día
especial: los estudiantes de años superiores ejecutan sus test de orientación
vocacional. Algunos futuros ingenieros hablan flores de esta profesión,
mientras algunos periodistas en potencia sueñan escribir editoriales en el
periódico de mayor tiraje en el país. Algunos indecisos no saben con certeza si
curar personas en medicina, o curar computadoras en alguna carrera como
Sistemas Informáticos. Todos hemos pasado por esto. Ahora, ¿cuántas veces estas
expectativas han estado a nuestra altura?
Desde
que se pone en movimiento un concepto en nuestra mente, es nuestra naturaleza
imaginar y tratar de predecir el progreso futuro de este pensamiento,
“planeamos”, por así decirlo, nuestra idea. Es innato del ser humano también
pensar positivamente; lo bien que nos ira si invertimos en tal cosa, lo bien
que seguramente nos vaya si realizamos tal actividad. Es verdad, el pesimismo
no es una de nuestras características, pero tal vez debería serlo. Volviendo a
nuestro ejemplo anterior, uno de esos mencionados estudiantes, muy brillante
por cierto, decide un día que quiere ser un ejemplar arquitecto. Todas las
personas a las que les confía este anhelo le comentan que en realidad no lo
veían por ese campo, pero esperan ver uno de sus diseños en algún lugar
importante en poco tiempo. Este acumulo de buenas intenciones hace que nuestro
estudiante eleve sus expectativas de lo que quiere por las nubes; tal vez las
cosas van a ser mas fáciles de lo que se espera.
Sorpresa,
mi querido amigo. Han pasado 4 años desde que nuestro estudiante se imagino con
su casco amarillo revisando la estructura de un colosal edificio, mientras sus
colegas lo admiran con respeto después de ser tan joven y eficiente. El
presente le ha tenido una realidad distinta: no se imagino lo que le venia.
Lucha con su carrera; no era lo que el pensaba. Sean cuales sean las razones
para el relativo fracaso de esta ficticia historia (será falsa, pero cuantos de
estos ejemplos llenan la nomina de las universidades actualmente), en realidad
pareciera que nació muerta. Las expectativas de nuestro amigo eran llegar a un
prado verde y recto sin fin, lo que encontró fue una montaña con piedras que
caen y ruedan llevándose todo a su paso.
En
la vida, no solo en el ámbito profesional, sino en general, tal vez sea hasta
prudente dejar un poco de espacio a la duda. Crecer lleno de altas expectativas
representa armar un castillo de naipes en el aire que tiene múltiples finales,
pero solo algunos son felices. En mi humilde opinión, las expectativas no deben
ser creadas desde un punto de vista imaginario y optimista; deben ser
trabajadas en el día a día y según dicte la realidad, pero sin dejar de apuntar
alto.
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