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martes, 4 de junio de 2013

Expectativa vs. Realidad: Viviendo la realidad de la expectativa.


Expectativa vs. Realidad

Viviendo la realidad de la expectativa.

Es una semana cualquiera en una escuela cualquiera. Sin embargo, es un día especial: los estudiantes de años superiores ejecutan sus test de orientación vocacional. Algunos futuros ingenieros hablan flores de esta profesión, mientras algunos periodistas en potencia sueñan escribir editoriales en el periódico de mayor tiraje en el país. Algunos indecisos no saben con certeza si curar personas en medicina, o curar computadoras en alguna carrera como Sistemas Informáticos. Todos hemos pasado por esto. Ahora, ¿cuántas veces estas expectativas han estado a nuestra altura?

Desde que se pone en movimiento un concepto en nuestra mente, es nuestra naturaleza imaginar y tratar de predecir el progreso futuro de este pensamiento, “planeamos”, por así decirlo, nuestra idea. Es innato del ser humano también pensar positivamente; lo bien que nos ira si invertimos en tal cosa, lo bien que seguramente nos vaya si realizamos tal actividad. Es verdad, el pesimismo no es una de nuestras características, pero tal vez debería serlo. Volviendo a nuestro ejemplo anterior, uno de esos mencionados estudiantes, muy brillante por cierto, decide un día que quiere ser un ejemplar arquitecto. Todas las personas a las que les confía este anhelo le comentan que en realidad no lo veían por ese campo, pero esperan ver uno de sus diseños en algún lugar importante en poco tiempo. Este acumulo de buenas intenciones hace que nuestro estudiante eleve sus expectativas de lo que quiere por las nubes; tal vez las cosas van a ser mas fáciles de lo que se espera.

Sorpresa, mi querido amigo. Han pasado 4 años desde que nuestro estudiante se imagino con su casco amarillo revisando la estructura de un colosal edificio, mientras sus colegas lo admiran con respeto después de ser tan joven y eficiente. El presente le ha tenido una realidad distinta: no se imagino lo que le venia. Lucha con su carrera; no era lo que el pensaba. Sean cuales sean las razones para el relativo fracaso de esta ficticia historia (será falsa, pero cuantos de estos ejemplos llenan la nomina de las universidades actualmente), en realidad pareciera que nació muerta. Las expectativas de nuestro amigo eran llegar a un prado verde y recto sin fin, lo que encontró fue una montaña con piedras que caen y ruedan llevándose todo a su paso.

En la vida, no solo en el ámbito profesional, sino en general, tal vez sea hasta prudente dejar un poco de espacio a la duda. Crecer lleno de altas expectativas representa armar un castillo de naipes en el aire que tiene múltiples finales, pero solo algunos son felices. En mi humilde opinión, las expectativas no deben ser creadas desde un punto de vista imaginario y optimista; deben ser trabajadas en el día a día y según dicte la realidad, pero sin dejar de apuntar alto.

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