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jueves, 17 de abril de 2014

No hay que llorar por gente que nunca va a morir


La vida es un paso efímero y etéreo por un planeta que no es ni será nunca nuestro, pero esto no representa que cada uno de nosotros tengamos un mundo propio.

Pero las personas más trascendentes, las únicas que se adueñan un poquito de este planeta, son las que consiguen llenar con algo suyo el mundo de los demás. En este grupo encontramos científicos, artistas, músicos, gobernantes y líderes, entre muchos otros. Pero quienes sobresalen entre este eminente grupo, son los escritores.

Muchos escritores pueden ser malos, criticados, pobres, pero el hecho de que una persona abra un libro y deje de vivir en su mundo para entrar en el de alguien más, en un mundo nuevo, los vuelve trascendentes y eternos.

Y dentro de todos los escritores, hay los que en realidad te absorben, te quitan tu vida y te dejan inmerso en la de un ser ficticio para este planeta, pero un ser que deja de ser ficticio en el momento que el lector le entrega su vida y su alma. Estos seres de inmensa valía, nunca mueren, porque a pesar de que hayan pasado siglos de su muerte, siguen dando vida.

Me niego a creer que Alejandro Dumas este muerto, cuando cualquier persona se emociona al adentrarse en el relato del Conde de Montecristo, o vive como propias las aventuras de Athos, Porthos, Aramis y D'Artagnan. El creador de toda esa vida, no puede morir, el creador de mundos enteros jamás morirá.

Hay personas que viven toda su vida encerradas en su mundo, sin la más intención de salir, mientras tenemos a grandes seres, que no solo crean, viven y experimentan su mundo, sino le dan vida a muchos mundos más, mundos en los cuales muchísimas personas se inmiscuirán, vivirán y tomaran como propios.

Hay personas como Tolkien, Shakespeare, Cervantes que a pesar de no estar entre nosotros, siguen abriendo los ojos a miles de personas a nuevos mundos; Julio Verne, Ernesto Sábato, Hemingway, De Saint-Exupéry, Saramago, Kafka, Kipling... Puede que no simpaticemos con uno o algunos de ellos, pero estas personas se merecen respeto y admiración eterna...


A este grupo de muertos inmortales se suma hoy Gabriel García Márquez, personalmente, habré leído unas 4 o 5 obras de él, me inmiscuí en el algunos de tanto de mundos y aventuras geniales e inmortales: Cien años de soledad, El coronel no tiene quien le escriba, Crónicas de una muerte anunciada. Todas estas obras son manchas negras en mi mundo, ya que por ellas lo abandone por completo, pero la pintura de mi vida no estaría ni cerca llena, sin la magia de estos tonos y abandonos vivaces que, desde que leí estas obras, son parte perenne de ella.

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